Título: Matar al verdugo
Género: thriller policíacoFecha de publicación: 18 de Mayo de 2022
Portada: Salvador Alba Márquez
Correctora: Verónica Monroy
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Sinopsis
Presentación
Matar
al verdugo es un thriller policíaco, la verdad es que no fui consciente del
género hasta que había plasmado una parte importante de la investigación. El
motivo es que solo pienso en la historia. No analizo nada más porque si lo hago
comienzan las dudas y las posibles alternativas, y eso me bloquea. Durante la
escritura sí me doy cuenta de cosas, analizo sobre la marcha y al darle el
primer repaso a la obra sí lo hago más a fondo, aunque menos de lo que me
gustaría, ya que creo que no se me da bien.
La idea
principal de esta novela surgió en un momento de indignación por el aumento de
votantes de la ultraderecha, los discursos de odio y, sobre todo, por tantos
delitos y crímenes deleznables como las violaciones múltiples y asesinatos
xenófobos. El colmo fue cuando fui consciente del aprovechamiento de las
víctimas para sacar beneficio político y televisivo. Entonces, después de
escuchar las típicas frases de: «Eso le pasa a mi hija y yo lo mato» o «Como no
hay pena de muerte, ahora entrará en la cárcel dos días y volverá a violar», me
vino la idea de hacer realidad esos pensamientos de venganza tan humanos, y que
todos hemos podido tener en algún momento, y los plasmaría a través de una sola
persona.
Uno de
mis afanes era que la novela no fuese un típico thriller en el que se centran
en dos o tres crímenes, en parte porque quería exponer lo peor de la sociedad y
dar protagonismo a las víctimas, así que el asesino debía ser un asesino en
serie que actuase de un modo peculiar y que no fuese fácil de capturar para que
vengase a un buen número de personas.
Y, como
en toda novela en la que hay un asesino debe haber un investigador que vaya
tras él, utilicé a un policía que creé en un antiguo minirrelato llamado «El
agente Hernández», al que ascendí a Inspector y le puse nombre de pila: el
inspector Juan Hernández. Por necesidades demográficas tuve que crear dos
inspectores más: Julio Campos, quien contrasta en personalidad con Hernández, y
Sonia Guzmán, más fuerte e inteligente que Hernández, pero mucho más impulsiva.
Además
de toda la trama de investigación policial, he intentado reflejar, basándome en
lo que veía en la actualidad, las reacciones que creo que tendrían algunos
medios de comunicación, ciertos políticos y la sociedad.
Otro
empeño mío era reflejar las historias de las víctimas, por eso cada crimen del
asesino apunta a la venganza, pues cada víctima, a su vez, ha cometido un
crimen o delito gravísimo por el que no ha pagado en su totalidad. Esos delitos
también los he expuesto en la novela, junto a la historia de cada víctima, por
lo que, además de la trama principal y las secundarias, aparecen muchos
microrrelatos relacionados a modo de flashbacks.
Cómo se hizo
La idea de esta novela surgió a principios del 2019, a la que le puse el título casi de inmediato, pero no fue hasta el inicio del confinamiento, en 2020, que me decidí escribirla para presentarme al Premio Literario de Amazon por la crítica social que contenía. La escribí en las siestas de mis mellizos de tres años y al finalizar de escribir únicamente las tramas policiales y personales pensé que era suficiente, estaba casi satisfecho. No lo estaba del todo porque no hice lo que pensé desde un principio: añadir la parte periodística, política y social. A pesar de ello le di un repasito y se lo envié a tres amigos que me bendijeron con sus críticas, ellos eran Alejandra de San Cristóbal, Izaskun Brujita y JL Prieto. Los tres coincidían en lo mismo, pero JL, además, me dio la explicación a lo más grave bajo mi punto de vista, que, curiosamente, se solucionaba con añadir lo que deseché por pereza. De esa forma decidí añadir lo que me faltaba y mejorarla aún más con las sugerencias que me dieron. Y lo hice con calma, olvidándome del PLAS de ese año.
Tras un pequeño descanso volví a la carga. Añadí lo que omití, reescribí la tercera última parte de la investigación para que fuese algo más verosímil, revisé de nuevo y le entregué esta nueva versión a otros colegas para que lo leyeran sin la influencia de la anterior versión. Ellos fueron Samir Dabian Guerra y David Lorén Bielsa. El primero solo pudo leer un capítulo, pero con sus apreciaciones pude modificar ciertos aspectos legales y forenses que aparecen por toda la novela. David se lo leyó entero, me hizo muchas sugerencias, correcciones sobre el modo de operar de la policía y aguantó mis innumerables consultas y microrreescrituras durante la última revisión. Y al fin le envié el manuscrito a mi correctora, Verónica Monroy, quien ha pulido mi escrito y maquetación.
La portada
Siempre
que comienzo una novela me pongo casi de inmediato a trabajar en Photoshop con
su portada. En este caso tardé algo más, pues tenía muy claro que iba a ser una
fotografía de la portada de la libreta de los apuntes. Consistía en una hoja
normal cuadriculada con el título escrito a boli en grande y de forma
estridente.
Me parecía una idea magnífica y alucinante hasta que quise verla montada en Photoshop con lomo y sinopsis. Me dije: vaya portada de mierda que le voy a poner, no hizo falta ni elaborar la trasera ni el lomo, bastó con ver la imagen dentro de Photoshop.
Entonces
hice varias pruebas, una portada solo con el título, otra en blanco y negro,
otra añadiéndole de fondo la ciudad de Málaga desde la Alcazaba… Y obtuve una
portada que me encantó (a día de hoy me sigue encantando), pero que no le
convencía a nadie y ahora sé que hubiese sido un error, pues no hacía ver de
qué va la novela ni llamaba la atención.
Continué
con la escritura de la novela a la par que iba buscando imágenes que
concordaran con la novela. Un buen día di con una que concordaba con el asesino
y la edité hasta que la imagen cuadró con lo que quería. Después añadí el
título en un papel, como si fuese una nota escrita de forma parecida a como la
escribí en el cuaderno. Me gustó mucho y la hice oficial tras elegir el color
de las letras, al final en azul marino.
Pero como me sucede siempre, seguí dándole vueltas porque el papel de la nota seguía sin convencerme. Probé otras tipografías sin la nota, cambiando de posición el título y mi nombre, eligiendo otro tipo de papel. Solo conseguí reafirmarme en mi decisión anterior. Además, a quiénes pregunté les gustó mucho el resultado. Tenía portada y la mostré en algunas entrevistas.
En el
descanso que me tomé antes de escribir la segunda versión de la novela, me puse
a escribir un poco de otra historia (muy alocada, por cierto), y a su vez me
puse a crear otra versión de la portada de esta “locura”. Buscando imágenes que
me sirvieran me topé con la que es la portada definitiva. La observé, quedé
callado con un pellizco en el estómago y sabía que había visto esa imagen en
algún sitio: mi cabeza. Correspondía a una escena que reconstruye la Inspectora
Guzmán. De inmediato, dejé la alocada portada para iniciar una nueva de Matar
al Verdugo, según consta en el archivo, la versión quinta. Tras encuadrarla a
la forma rectangular, desechar el sol, vino la elección de las letras y su
posición. Fue lo que más me costó, pero en un par de horas ya la tenía. Sabía
que estaba ante la portada más profesional que he hecho, la definitiva.
Más
tarde volví a sondear para tratar de reafirmarme en mi decisión, pero se
quedaban dudando entre esta última y la del asesino. Al final tuve el mismo
número de personas que le gustaban más una que la otra. Hasta que encontré una
opinión más rotunda a las demás y me convencí de esta portada.