miércoles, 3 de junio de 2020

Mi relación en tres actos: flechazo, convivencia y despedida.

Este es el primer relatito con el que participé en el grupo de Facebook LLEC. Había que elaborarlo con unas palabras elegidas antes de saber de qué se trataba el reto. Las palabras eran Castañas y hoja caduca.8/11/2019.
#retootoño

Mi relación en tres actos: flechazo, convivencia y despedida.
Nos conocimos en la biblioteca, yo leía a Miguel ángel Rodríguez ”el Sevilla” y ella a Paulo Coelho. Ella hizo un paréntesis para beber agua y, al levantarse de la silla, miré hacia ella y nuestros ojos se encontraron. Apenas fue un instante tímido que dio paso a otro y, más tarde, a otro más. Desconcentrado por su presencia y tras caérseme “Memorias de un homo-erectus” al cambiar de postura, decidí irme a mi casa. Salí a la calle pensando en volver para hablar con ella, me di la vuelta y allí estaba. Se sobresaltó tanto al ver que me seguía que se le cayeron los libros que había seleccionado: uno de Miguel de Unamuno, la Biblia, el Kamasutra y el que leía de Coelho. Me agaché a la vez que ella para ayudarla y nuestras cabezas chocaron con tan mala suerte que me partió la ceja. Ella se ofreció a limpiarme la sangre y curarme. Después, una cosa llevó a la otra y acabamos con la lengua de uno en la boca del otro en un banco del parque. A los pocos días ya nos habíamos unido carnalmente y a la semana ya lo habíamos experimentado todo.
Nuestra relación se ha basado en el sexo, la lectura y los viajes. Si íbamos al campo, leíamos y teníamos sexo. Si íbamos a la playa, leíamos y teníamos sexo. Si íbamos a un duelo, le dábamos el pésame a los familiares del difunto y a la vuelta leíamos y teníamos sexo. A pesar de que pudiese parecer monótono no lo era, pues entre sexo y libro hablábamos sobre nuestras lecturas y cuando nos aburríamos volvíamos con el sexo.
En unos años, conseguí trabajo como bibliotecario y ella montó una librería. Nos iba bien la vida y nos casamos. Convivimos varios años más sin ninguna pelea, ni una discusión ni una palabra subida de tono. Bueno… en la cama sí. Sólo rompían la monotonía las distintas visitas al hospital por accidentes domésticos como: un cuchillo clavado en el dedo gordo del pie, un dedo partido al cerrar un cajón, un huevo (mío) pillado con la tapa de un piano…
Pasaron unos años más y, aunque congeniábamos a la perfección, acabamos cansados el uno del otro, sentíamos que nos estábamos perdiendo algo de la vida. Entonces pensamos en separarnos y conocer gente nueva, pero antes decidimos hacer un último viaje como despedida.
Era verano, fuimos a Málaga y, como de costumbre: libro y sexo y después del sexo, pues, otro libro, con la diferencia de que a ella se le ocurrió hacer algo atrevido. Accedí y allí nos encontrábamos: en lo alto de un puente con los pies amarrados a una cuerda rodeado de gente que nos animaba a saltar. Saltamos, la adrenalina nos hizo flipar, y, cuando dejamos de rebotar, nos sentimos cual HOJA CADUCA mecida por el viento. ¡Oh¡!Qué bonito hubiese sido! Aunque fue más bonito aún. Nos dimos tales CASTAÑAS contra el suelo que la muerte nos unió para siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario