Es de noche, al salir de la oficina atravieso la
solitaria calle con la serenidad que tiene un demente a punto de cometer un
crimen. Como un estúpido voy andando a paso ligero hacia mi casa con la única
compañía del vaho que sale por mi boca en cada respiración. Pienso en el cabrón
de mi jefe que no me paga las horas extra, en el dinero que me quita el
gobierno cuando apenas llego a fin de mes, en cómo voy a pagar la universidad
de mis hijos. Pero sobre todo pienso en mi mujer, esa desgraciada que me trae
por el camino de la amargura con sus caprichitos. Con cada paso que doy más me
enfurezco, creo que no seré capaz de controlarme y voy a cometer una locura.
Sin darme cuenta he llegado a mi portal y lo tengo decidido, aunque eche por
tierra lo poco que he conseguido, hoy se va a acabar todo. Subo por el
ascensor, el primer paso de mi nueva vida. Entro por la puerta sin decir nada,
mi mujer está en la cocina, y sin más miramientos me dirijo hacia allí directo
a por mi objetivo. Con desesperación me acerco gritando: “¡A tomar por culo
la dieta!”. Y cojo un trozo de pastel de chocolate de mis hijos para
devorarlo mientras mi mujer no para de reír a carcajadas.
jueves, 22 de marzo de 2018
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
-
Corrían como lobos tras su presa varios agentes de paisano que trataban de detener al asesino del capirote. Estando a punto de atraparlo, ...
-
Reseña de "Almas Errantes: La elección" de JL Prieto. 6/7/2020 Como comenté en una anterior reseña, he visto mucho cine desde el s...
-
Ana se levantaba cada día a las nueve de la mañana para salir a correr, siempre hacía el mismo trayecto, recorría varias calles, pasaba ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario