jueves, 4 de junio de 2020

Amor entre fogones y contratos indefinidos.

Este es otro relato para el grupo LLEC, de Facebook. En esta ocasión había que elegir un personaje al que le tuviésemos cariño y un color, rojo o blanco. Una vez cerrada la inscripción de participantes se dio a conocer el reto, que consistía en escribir un relato con el caso resuelto del asesinato de ese personaje al que tanto cariño le teníamos (Hodor) y había que incluir al capitán del equipo del color que habíamos elegido. Escogí Blanco (Alicia Brujilla(Izascun Brujita). Aquí mi aportación. 12/2/2020
Amor entre fogones y contratos indefinidos.
Vi con mis propios ojos los acontecimientos que motivaron el asesinato del pobre Hodor, aunque no el acto en sí. Recientemente, tras quince días de prueba, fue contratado indefinidamente por su servicialidad y buena disposición ante cualquier orden recibida como ayudante de cocina en el Hotel LLEC. En ese corto periodo de tiempo fue ganándose el cariño de todos sus compañeros (entre los que me incluyo), aunque hubo una persona que llegó incluso a enamorarse de él perdidamente: Alicia, la jefa de cocina, llamada Brujilla por las bromas de mal gusto que llevaba a cabo con su personal. No fue un flechazo precisamente lo que la enamoró, sino la permanente sonrisa del grandullón y su fina prosa. La paciencia también era una de sus virtudes: una de las bromas que propiciaron el acercamiento consistió en ordenarle que llevara unas ollas vacías al lavavajillas sin avisarle de que habían estado vacías a fuego máximo durante dos horas. «Hodor» contestó con una sonrisa y lágrimas en los ojos mientras realizaba una penetrante mirada a Alicia. Creo que ese fue el momento en que decidió el señor JL Prieto, director del hotel, hacerlo fijo en la empresa tras recibir un chivatazo por parte de uno de sus infiltrados.
Tanto Alicia como Hodor fueron muy felices desde que ella tropezó y él la cogió en volandas y, después de realizar un doble tirabuzón, se quedaron mirándose fijamente como dos adolescentes: «Te amo Hodor», «Hodor» contestó él.
Al tercer día de felicidad, Verónica, una cocinera, sonrió a Hodor, éste correspondió y vi cómo Alicia se enfureció, los ojos se le inyectaron en sangre e hizo añicos el pepino que estaba troceando (sí, era la jefa, pero elegía esa simple tarea para poder vigilar a su personal en todo momento).
Sé que fue ella quién le clavó la sartén entre ceja y ceja, aunque la policía sospecha de Verónica al no aparecer por ningún sitio y de mí por ser a quién le tocaba que le hicieran el contrato indefinido. No diré nada. Acabo de hablar con Alicia y mientras mantenga la boca cerrada ella se encargará de mantenerme en plantilla, aunque primero tengo que picar toda esta carne... ¿Dónde estará Verónica?

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