Te espero en el banco del parque donde nos besamos
por primera vez, se que llegas tarde y no puedo evitar recordar aquel momento
maravilloso en el que tu aroma es lo que huelo, tu calor es lo que siento y tu
boca es la que me sabe como si estuviese ocurriendo en este mismo instante. Ese
beso fue la confirmación de lo que sentía entonces por ti. Era amor, entonces
adolescente, por como eras, fuerte, amable y rebelde que se transformó en unas
ganas locas de conocerte a fondo, de hacer el amor y estar contigo para
siempre. Más adelante, cuando te conocí de verdad, supe que eras para mí, la
otra mitad que me complementaba, lo que me faltaba para ser feliz. Y entonces
nos unimos en matrimonio y llegó, con mucho esfuerzo, lo mejor que
tenemos, nuestra hija. Más tarde cometí
el error más grave de toda mi vida que hizo que me perdiera estos últimos años
junto a ti, el que nunca me podré perdonar. Y ahora que por fin consigo tu
perdón, te espero en este banco a que llegues para volver a comenzar. Pero
sigues sin acudir a nuestra cita, hoy hace veinte años que nos dejaste y sólo espero
que haya otra vida para recuperar lo que no pudimos volver a empezar.
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