viernes, 10 de junio de 2022

Matar al verdugo

 

Título: Matar al verdugo

Género: thriller policíaco

Fecha de publicación: 18 de Mayo de 2022

Portada: Salvador Alba Márquez

Correctora: Verónica Monroy

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Sinopsis

En las calles de Benalmádena comienzan a aparecer cadáveres boca arriba, con las manos entrelazadas sobre el vientre y con una dedicatoria que señala la venganza como móvil. El nexo común es que todos ellos han cometido actos deleznables y han eludido parte de la responsabilidad penal.
Un equipo de la Policía Nacional, liderado por el inspector Hernández y con la ayuda de sus homólogos Sonia Guzmán y Julio Campos, tendrá que dar caza al asesino en serie más buscado de las últimas décadas, el cual se ganará el favor de parte de la sociedad española por su forma de operar.
Mientras los inspectores se enfrentan a una investigación compleja, debido al historial delictivo de cada ajusticiado y la habilidad del Vengador del Sueño, deben lidiar con la presión mediática y popular.

Una novela en la que está muy presente el odio, la venganza y la muerte, y en la que las víctimas de los crímenes sin sentido tienen mucho que decir.



Presentación

Matar al verdugo es un thriller policíaco, la verdad es que no fui consciente del género hasta que había plasmado una parte importante de la investigación. El motivo es que solo pienso en la historia. No analizo nada más porque si lo hago comienzan las dudas y las posibles alternativas, y eso me bloquea. Durante la escritura sí me doy cuenta de cosas, analizo sobre la marcha y al darle el primer repaso a la obra sí lo hago más a fondo, aunque menos de lo que me gustaría, ya que creo que no se me da bien.

La idea principal de esta novela surgió en un momento de indignación por el aumento de votantes de la ultraderecha, los discursos de odio y, sobre todo, por tantos delitos y crímenes deleznables como las violaciones múltiples y asesinatos xenófobos. El colmo fue cuando fui consciente del aprovechamiento de las víctimas para sacar beneficio político y televisivo. Entonces, después de escuchar las típicas frases de: «Eso le pasa a mi hija y yo lo mato» o «Como no hay pena de muerte, ahora entrará en la cárcel dos días y volverá a violar», me vino la idea de hacer realidad esos pensamientos de venganza tan humanos, y que todos hemos podido tener en algún momento, y los plasmaría a través de una sola persona.

Uno de mis afanes era que la novela no fuese un típico thriller en el que se centran en dos o tres crímenes, en parte porque quería exponer lo peor de la sociedad y dar protagonismo a las víctimas, así que el asesino debía ser un asesino en serie que actuase de un modo peculiar y que no fuese fácil de capturar para que vengase a un buen número de personas.

Y, como en toda novela en la que hay un asesino debe haber un investigador que vaya tras él, utilicé a un policía que creé en un antiguo minirrelato llamado «El agente Hernández», al que ascendí a Inspector y le puse nombre de pila: el inspector Juan Hernández. Por necesidades demográficas tuve que crear dos inspectores más: Julio Campos, quien contrasta en personalidad con Hernández, y Sonia Guzmán, más fuerte e inteligente que Hernández, pero mucho más impulsiva.

Además de toda la trama de investigación policial, he intentado reflejar, basándome en lo que veía en la actualidad, las reacciones que creo que tendrían algunos medios de comunicación, ciertos políticos y la sociedad.

Otro empeño mío era reflejar las historias de las víctimas, por eso cada crimen del asesino apunta a la venganza, pues cada víctima, a su vez, ha cometido un crimen o delito gravísimo por el que no ha pagado en su totalidad. Esos delitos también los he expuesto en la novela, junto a la historia de cada víctima, por lo que, además de la trama principal y las secundarias, aparecen muchos microrrelatos relacionados a modo de flashbacks.

 

Cómo se hizo

La idea de esta novela surgió a principios del 2019, a la que le puse el título casi de inmediato, pero no fue hasta el inicio del confinamiento, en 2020, que me decidí escribirla para presentarme al Premio Literario de Amazon por la crítica social que contenía. La escribí en las siestas de mis mellizos de tres años y al finalizar de escribir únicamente las tramas policiales y personales pensé que era suficiente, estaba casi satisfecho. No lo estaba del todo porque no hice lo que pensé desde un principio: añadir la parte periodística, política y social. A pesar de ello le di un repasito y se lo envié a tres amigos que me bendijeron con sus críticas, ellos eran Alejandra de San Cristóbal, Izaskun Brujita y JL Prieto. Los tres coincidían en lo mismo, pero JL, además, me dio la explicación a lo más grave bajo mi punto de vista, que, curiosamente, se solucionaba con añadir lo que deseché por pereza. De esa forma decidí añadir lo que me faltaba y mejorarla aún más con las sugerencias que me dieron. Y lo hice con calma, olvidándome del PLAS de ese año.

Tras un pequeño descanso volví a la carga. Añadí lo que omití, reescribí la tercera última parte de la investigación para que fuese algo más verosímil, revisé de nuevo y le entregué esta nueva versión a otros colegas para que lo leyeran sin la influencia de la anterior versión. Ellos fueron Samir Dabian Guerra y David Lorén Bielsa. El primero solo pudo leer un capítulo, pero con sus apreciaciones pude modificar ciertos aspectos legales y forenses que aparecen por toda la novela. David se lo leyó entero, me hizo muchas sugerencias, correcciones sobre el modo de operar de la policía y aguantó mis innumerables consultas y microrreescrituras durante la última revisión. Y al fin le envié el manuscrito a mi correctora, Verónica Monroy, quien ha pulido mi escrito y maquetación.

Quiero agradecer aquí, públicamente, a las personas mencionadas la ayuda que me han brindado. Aunque aparecen en los agradecimientos de la novela, me parecía poca muestra de agradecimiento.

Ahora solo falta que leáis Matar al verdugo y comprobéis si he logrado hacer un buen trabajo o no. Gracias por vuestra atención.

 

La portada

Siempre que comienzo una novela me pongo casi de inmediato a trabajar en Photoshop con su portada. En este caso tardé algo más, pues tenía muy claro que iba a ser una fotografía de la portada de la libreta de los apuntes. Consistía en una hoja normal cuadriculada con el título escrito a boli en grande y de forma estridente.


Me parecía una idea magnífica y alucinante hasta que quise verla montada en Photoshop con lomo y sinopsis. Me dije: vaya portada de mierda que le voy a poner, no hizo falta ni elaborar la trasera ni el lomo, bastó con ver la imagen dentro de Photoshop.

Entonces hice varias pruebas, una portada solo con el título, otra en blanco y negro, otra añadiéndole de fondo la ciudad de Málaga desde la Alcazaba… Y obtuve una portada que me encantó (a día de hoy me sigue encantando), pero que no le convencía a nadie y ahora sé que hubiese sido un error, pues no hacía ver de qué va la novela ni llamaba la atención.


Continué con la escritura de la novela a la par que iba buscando imágenes que concordaran con la novela. Un buen día di con una que concordaba con el asesino y la edité hasta que la imagen cuadró con lo que quería. Después añadí el título en un papel, como si fuese una nota escrita de forma parecida a como la escribí en el cuaderno. Me gustó mucho y la hice oficial tras elegir el color de las letras, al final en azul marino.

Pero como me sucede siempre, seguí dándole vueltas porque el papel de la nota seguía sin convencerme. Probé otras tipografías sin la nota, cambiando de posición el título y mi nombre, eligiendo otro tipo de papel. Solo conseguí reafirmarme en mi decisión anterior. Además, a quiénes pregunté les gustó mucho el resultado. Tenía portada y la mostré en algunas entrevistas.

En el descanso que me tomé antes de escribir la segunda versión de la novela, me puse a escribir un poco de otra historia (muy alocada, por cierto), y a su vez me puse a crear otra versión de la portada de esta “locura”. Buscando imágenes que me sirvieran me topé con la que es la portada definitiva. La observé, quedé callado con un pellizco en el estómago y sabía que había visto esa imagen en algún sitio: mi cabeza. Correspondía a una escena que reconstruye la Inspectora Guzmán. De inmediato, dejé la alocada portada para iniciar una nueva de Matar al Verdugo, según consta en el archivo, la versión quinta. Tras encuadrarla a la forma rectangular, desechar el sol, vino la elección de las letras y su posición. Fue lo que más me costó, pero en un par de horas ya la tenía. Sabía que estaba ante la portada más profesional que he hecho, la definitiva.

 

Más tarde volví a sondear para tratar de reafirmarme en mi decisión, pero se quedaban dudando entre esta última y la del asesino. Al final tuve el mismo número de personas que le gustaban más una que la otra. Hasta que encontré una opinión más rotunda a las demás y me convencí de esta portada.






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